Una tarde de verano, en los faldeos de la nostálgica cartagena, hace no más de dos años atrás, a los pies de la tumba de un pije aventurero, la poesía cayó desde el cielo, más que un poema parecía un presagio. Este decía:
Y su nacimiento será un suceso
que revolucionará a los hombres
como el más formidable terremoto".
Desde ese día la busco por todas partes.
En las calles, en los ojos de los niños, en el crepúsculo, en los diarios, en el mar antropófago, en las páginas amarillas, en la bolsa de mis recuerdos, en la delgada línea del horizonte, en los blogs de mis amigos virtuales, en las manos de mi amada, en los cuadernos de mi niñez, en los nubarrones de invierno, en el puesto de libros frente al banco... y la verdad es que aun no la encuentro.
Me siento perdido, "Solo en medio del universo"(...)"Heme aquí perdido entre mares desiertos. Solo como la pluma que se cae de un pájaro en la noche.Heme aquí en una torre de frío,
abrigado del recuerdo de tus labios marítimos."
Pero no me daré por vencido, seguiré buscando con la paciencia de las estrellas. Al menos el pije me dejó algunas pistas, que repaso constantemente:
"Los verdaderos poemas son incendios,
la poesía se propaga por todas partes,
iluminando sus consumaciones con estremecimientos de placer y de agonía".
"Un poema es una cosa que nunca es, pero que debiera ser".
"Un poema es una cosa que nunca ha sido, que nunca podrá ser".
Debo admitir a esta altura que necesito ayuda, no puedo solo.
Entre más busquemos, quizás logremos dar con ella, si es que ha nacido.
Vicente Huidobro dejó de darme pistas un triste día de enero de 1948, en la ciudad de Cartagena.
La ciudad aun no se recupera de su partida. Desde ese día dicen, las olas golpean con fuerza aquellas costas, como queriendo llegar hasta su lejana sepultura encaramada en los cerros, quizás para cumplir con el epitafio del poeta, "Abrid esta tumba, en el fondo de esta tumba se ve el mar".
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