Últimamente, las mejores satisfacciones que he tenido, han venido de las cosas más simples en la que a veces no reparamos, por la obviedad que las envuelve, de pronto me ilumina e inspira o simplemente me da paz y tranquilidad. Un rayo rebelde que se asoma entre las nubes, los barcos que se alejan de tierra firme una tarde de invierno, las gotas de lluvia que se resisten a caer y se posan en mi mejilla, el frío que me cala los huesos y me recuerda que estoy vivo...
En esta vida tan acelerada mi cabeza se entraba en pensamientos superfluos, imágenes que me golpean en cada esquina, diálogos mudos con personas que no escuchan. Trato de evadirme y darme ánimo cuando todo parece tan gris. Un disco, un libro, un trago, un paseo por las calles del puerto, de esos sin un destino preciso. Respirar ese aire salado del mar es impagable a pesar del entorno deprimente de la ciudad. Hay veces que me siento como el ladrón que busca su fortuna en un oscuro callejón, las oportunidades son tan pocas, que ni siquiera merecen el esfuerzo. Por sobre la pantalla del computador y a através de la ventana se distingue claramente una palmera que se pierde por detrás de la cúpula de una iglesia que a esta hora esta vacía, excepto por la compañía devota de las palomas. Hay días en que los detalles simplemente me apabullan.
1 Comments:
Detalles, eh?...la simpleza te asombra, a mi me asombró lo inesperado de tu comment. Bellas palabras.
Me dio la sensación de que no era la primera vez que me visitabas, me equivoco?
Gracias,
Pame.
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