viernes, marzo 02, 2007


Gitano Sentimental


¡Tanto tiempo sin escribir en este espacio virtual!, uffff, buenas vacaciones me dí. Cuantas cosas he vivido, terminé el año escolar bien con mis rotos, los mandé de vacaciones promovidos a séptimo año, jejejeje, sufrieron harto antes que les entregara sus libretas con notas, me las pagaron todas esos demonios chicos. Creo que los voy a extrañar harto y al parecer no solo a ellos sino que también la escuela, esto de ser Gitano de la Educación, no te deja echar raíces en ningún lado, cada vez que me preguntaban con sus caritas: ¿Profe va seguir con nosotros?...uf se me rompía el corazón, y tenía que poner cara de que a lo mejor sí, siempre y cuando: El Transantiago funcione bien, Ñublense salga campeón, los gringos encuentren a Bin Laden, entierren a James Brown, Chavéz se disculpe con Mister Danger... y aún si todo eso ocurre, creo que recien entraría a tener una chance. Un amigo me dice que soy muy negativo, yo le digo que es inherente a nuestro país y le digo: Súmale que más encima somos de San Antonio, le buscamos la quinta pata al gato y pa' peor en esta ciudad chica se la encontramos, pero que importa tenemos casino, Paseo del Pacífico, suena bonito al menos, como para darnos más realce, así como nos autodenominamos El Litoral de los Poetas, claro que para lo peleadores y con ese odio a muerte, digno de nuestros vates, que bajo ninguna circunstancia ponían la otra mejilla. Negativo, si un poquito.
Pero bueno, como buen hijo de esta tierra, ya entregue mi cuota de crítica y hastío en este post. Lo bueno fue que a pesar de ser contratado y despachado el 28 de febrero, el verano lo pase bien con mi pareja, salimos y nos distrajimos bastante, hasta nos alcanzó para ir de viaje al sur de Chile, especificamente a Valdivia. La visita estuvo cargada de emotividad por mi parte, ya que visité la tierra de mi santa madre, ella vivió en Corral, y le tocó sentir en carne propia la experiencia más traumática que nos puede brindar la naturaleza, el terremoto y maremoto de 1960, ese evento que por poco corta mi estirpe, gracias a la audacia y viveza de mi abuela que nunca pude conocer, fue que salvó a su familia, mientras veían desaparecer el esplendor de su querido puerto arrastrado por la ola asesina que acabó con gran parte de la población de ese lugar costero, quince días estuvieron aislados antes que llegara la ayuda, mientras tanto mi abuelo, navegante por antonomasia, recibía en Brasil por boca del capitan de la nave, la noticia de que Valdivia y Corral habían desaparecido bajo las aguas. Mi abuelo me contaba, que después del llanto colectivo, ya que toda la tripulación era oriunda de esa región, se negaron a continuar navegando, por lo cual la empresa no tuvo más que embarcalos en el primer avión con destino a nuestro país. Ahora entenderán lo significó encontrar la misma casa, enclavada en el cerro La Marina, en la bahía de Corral, frente a la Puntilla. No pude aguantar tomar el teléfono y llamar a mi madre, primero cuando en la embarcación divisé por primera vez Corral y después, siguiendo sus instrucciones, logré dar con la casa que la cobijó cuando pequeña y con el cerro que abrigó sus juegos de niña. Fue un viaje hermoso al pasado, sentí ganas de llorar, de alguna extraña era parte de la trágica historia que sacudío esa zona un domingo 21 de mayo de 1960.
Al menos escribiendo sobre aquello, logro desahogarme y trascienda más allá de mí.
Por ahora, sigo en la banca, esperando el llamado para ir a buscar más emociones en cualquier rincón de esta ciudad, en alguna salita o patio de escuela pública, claro que acompañado de mi otra pasión, la radio, jejejejeje, el que nace chicharra...