miércoles, septiembre 28, 2005

Por las tierras de Ño Pedro
(O Huaso por donde me miren)
No conocí amor de abuela, mis dos viejecitas fallecieron antes que yo naciera, con el abuelo paterno, la verdad fue muy poco el contacto, el vivía en el campo, porfiado y acampado el putamadre, quiero pensar que por mis venas corre sangre campesina. Ese viejo me hizo tantos tíos y a su vez estos tantos primos que la verdad perdí la cuenta, están todos desparramados por la región del libertador y algunos no los conoceré nunca. Nunca hemos sido muy apegados en la familia, no recuerdo más de tres veces de haber ido a visitar a la parentela a Pupuya, Navidad, El Manzano, y otras localidades. Era toda una odisea, sobre todo para un pequeño que estaba acostumbrado a ver todas las casas, una al lado de la otra. El clan estaba separado por kilómetros y kilómetros, pero ellos insistían que era ahí no más, digno de agregarla a las grandes mentiras, ese ahí no más era mínimo una hora caminando por lomas y caminos polvorientos que parecían no terminar nunca. Las primas allá no eran como las niñitas que yo conocía en la ciudad, eso si que no, sin perder su femineidad eran fuertes y duras en el trato, la verdad yo parecía un señorito a su lado. Gustaba de ir a jugar y pasear por los alrededores con la Sandra y la Martita. Recuerdo una vez que tuvimos que atravesar como una quebrada no muy profunda, el punto es que había que cruzar por un tronco, esto no representaba gran problema para ellas que lo hicieron rápidamente mientras la vergüenza urbana de primo evaluaba las posibilidades de éxito, mamón por donde se le mire. Bajo el tronquito en cuestión se encontraba un mar de zarzamora que por esos lares crece como maleza, no es muy difícil adivinar lo que sucedió después. No fue ni al principio ni casi al llegar al otro lado, sino en medio. Como agravante a esta embarazosa situación fue que el pastel andaba con el tonto chaleco de lana, a tirones mis primas lograron salvarme de ese mar de espinas, afortunadamente mi chaleco antizarza me protegió de rasguños peores, al costo que éste quedo inutilizable. En la casa de Ño Pedro mi abuelo no había luz, al atardecer toda la familia se reunía a la luz de la vela en una descomunal cocina. Era entretenido escuchar la conversación de los adultos y sus historias llenas de fantasía que hacían las delicias de este aprendiz de huaso. El despertar era con las primeras luces del día, el baño matutino era en una vertiente que corría cerca de la casa, no recuerdo agua más pura que esa, claro que el golpe de frío que te daba a las ocho de la mañana era potente, todo era al aire libre no más pos gancho. Con los animales la verdad que la experiencia no fue de las mejores, las gallinas eran más agresivas de lo habitual, los gansos abrían sus alas y me seguían por el inmenso patio, eso sí nunca perdí de vista al carnero, era un traicionero que te daba el empeñon en el momento menos pensado, a ese lo mantuve a raya, los caballos hicieron las delicias de este visitante, la verdad que no me daría pena si pasaron a mejor vida como charqui. Uno me tiró a las espinas mientras desmontaba, aterricé de la manera más indigna sobre a esas alturas mi pesadilla, la zarzamora. El otro para no ser menos me expulsó de su lomo huesudo (no recomiendo montar a lo indio pehuenche o sioux, a puro pelo), este caballo chúcaro me dejó tendido viendo verticalmente su elegante galopar. Con los animales todo malo. Igual la pasé bien en esos días que estuve en ese paraíso, fue lo más cerca que pude estar con mi abuelo, conocí primos que seguro no veré más, era divertido, caminar por esos polvorientos caminos y cada vez que nos encontrábamos con un futre hacíamos una reverencia como saludo y no era raro encontrar que ese personaje constituía parte de la familia. Claro que el remate fue pésimo, el día de pascua el niño se le ocurrió jugar con fósforos para emular los inexistentes fuegos artificiales, antes de que por torpeza quemara todo el bosque que me rodeaba una fuerza o tontera superior hizo que uno de esos palitos de cabeza roja se pegara a mi dedito anular provocando una quemadura de primer grado que acompaño todo ese maldito verano con curaciones diarias por parte de mi propia madre, que en cada sesión se cobraba cada diablura previa. No hay como el campo, uno se adapta a él o se muere en intento, hoy mi abuelo ya no está, las tierras se vendieron. Hoy solo me queda recordar que en esas lomas nació y se crió mi padre así como gran parte de mi familia paterna. Y que un pequeño dejó un trocito de su corazoncito, fue como vivir en comunidad, con lonco incluído, el abuelo Pedro, Ño Pedro. Me voy cantando un tanguito mejor (en honor a Doc)"Te acordas hermano que tiempos aquellos…"

lunes, septiembre 26, 2005

¿Quién los quemó? ...

El tema de la discriminación es un mal tan arraigado en nuestra sociedad que ni siquiera nos la cuestionamos. Ejemplos hay por montones, desde la simple burla hasta la descalificación vulgar y baja de cualquier tipo de minorías. La generalidad nos dice que reaccionamos agresivamente ante la diferencia, ridiculizamos y exaltamos cualquier rasgo distinto en una persona, en el fondo actuamos de forma arrogante. La columna del domingo pasado de Roberto Ampuero es decidora, desnuda sin tapujos esa arrogante discriminación tercermundista sin fundamentos de ningún tipo en el chileno medio. Cita una encuesta donde el 90% de las mujeres chilenas dicen sentirse discriminadas y no estamos hablando precisamente de una minoría. Como ejemplo nos dice, hablamos de Lagos, Piñera, Lavín y a la vez de LA Bachelet, LA Alvear, como si fueran la mesa o la silla. Lo divertido es que nos pisamos la cola nosotros mismos, basta prender el televisor para darnos cuenta que la imagen que proyectamos no es precisamente la de un país con una población donde el 95% es mestiza, descendiente de español e indígena. Estas conductas reproducidas e internalizadas en nuestra población con burda inocencia es inconcebible. Recuerdo que no hace pocos años todavía nuestros niños jugaban alegres recitando “¿Cuántos panes hay en el horno?...21 quemados, ¿quién los quemó?, el perro judío”, lindo juego donde nuestro subconsciente era bombardeado con mensajes al menos racistas. Hacemos daño gratuitamente, sino recuerden en su infancia algunos apodos o sobrenombres de compañeros (as), que por más simpático que nos parezcan tenía el objetivo de rebajar peyorativamente a la persona. El orejón, el cabezón, el narigón, el dientón, el frentón, el bajito, el muy alto, el morenito, el gordito, el que usa lentes, aún son el blanco de nuestras bromas y risas con y sin la presencia del aludido, son muy divertidos en el momento, incluso es difícil retener la risa, recuerdo a una niña más pequeña de lo normal le decían La CTC, cuando pregunté que significaba me respondieron Cabra de los Tutos Cortos, ingenioso pero doloroso para ella cuyo pecado capital era ser bajita, y si me reí en su cara, nada de que sentirse orgulloso. Este fenómeno es transversal en nuestra sociedad, cito estos ejemplos que por burdos que parezcan son la base para futuros malos tratos y discriminaciones. Pienso en la imagen que proyectan en el colectivo nacional los bolivianos y los peruanos, los consideramos inferiores, más que ingleses de América nos creemos y comportamos como los arios de América. Recuerdo ir con mi madre en un autobús repleto de gente cuando en una parada subió un viejito proveniente del campo, primero pidió información de manera tan humilde y procedió a cancelar al chofer su pasaje con una billete de cinco mil pesos, aun lo recuerdo. Esto despertó la ira del conductor, quien comenzó a insultarlo, y amenazó con agredirlo, paró la máquina y lo bajó del bus, el caradura se quedó con el dinero el viejecito quien se quedó solo, indefenso y perdido. El espectáculo fue a vista y paciencia de todos los pasajeros, solo mi madre tuvo la osadía de encarar al troglodita por su actuación, creo haber visto sus ojos nublados o quizás fueron los míos, parte de nuestra familia proviene del campo. Educar para la diversidad y la tolerancia es un camino largo y lento que choca con el no reconocimiento de nuestra sociedad de este problema, ¿cómo abordar un tema que por definición no existe entre nosotros?, complejo ¿no?.

jueves, septiembre 22, 2005


¿Perdonarlo nunca, insertarlo jamás?

Ayer me dediqué a ver el reportaje sobre el caso que estremeció al país hace más de un año, me refiero al caso de Rodrigo Orias, quien asesinó salvajemente a un sacerdote italiano en plana catedral de Santiago luego de finalizada la homilía. La verdad es que luego de un año recién pude conocer el trasfondo de tan infame episodio. Un análisis desapasionado de los hechos, que solo el tiempo al parecer nos puede brindar, muestra en perspectiva la sucesión de desgraciados y desafortunados acontecimientos que desencadenaron en este hecho de sangre y que aún la opinión pública cataloga a buenas y primeras como un acto satánico por parte de uno de los seguidores del ángel caído, por lo cual merece las penas del infierno y porque no, la muerte.
En otros tiempos lo más probable hubiera sido quemado vivo después de torturar su cuerpo y condenar su alma a eterno tormento, de eso no me cabe duda. Afortunadamente algo hemos evolucionado.
Una esquizofrenia galopante hizo de las suyas tergiversando la realidad de este joven patagón, a quien una escalofriante soledad llevó a buscar respuestas en el oscurantismo, terreno fértil para quienes reniegan del cristianismo en un afán muchas veces de rebeldía, esta enfermedad se amparó y arraigó cruelmente en Rodrigo, quien se extravió en los caminos de la locura. Esta esquizofrenia en otras circunstancias quizás hubiera hecho de este joven un santo, de esos iluminados que abundan en la fauna de nuestra historia religiosa, personajes que hicieron de sus vidas una cruzada, gracias a voces que inundaban sus cabezas. ¿Qué hace la diferencia entre un loco y un santo?, la vara moral con que se midan sus actos.
La ciencia va infinitamente más rápido que nuestra capacidad de asimilar nuevas realidades que se nos presentan. Pobre de nosotros que bajo el dogma inmaculado, nos privamos de progresar en la razón y la esquiva verdad.
Un punto aparte me merece en este caso el tema del perdón. Cercanos al eclesiástico italiano, con filiación en la iglesia, reconocen estar en la encrucijada del perdón, no les es fácil sentir compasión, misericordia, clemencia para una persona que a todas luces actuó alienado por esta infame enfermedad, me declaro incompetente en estos asuntos. El perdón es demasiado complejo como para opinar con soltura sobre cosas que no me atañen directamente y por ende no he sentido en carne propia. El perdón es una acto personal que solo los afectados tienen derecho a considerar, cualquiera sea la decisión debe estar libre de todo cuestionamiento por parte de terceros. ¿Qué sucederá con este chico de mirada fija y profunda?. Una de las profesionales a cargo de supervisar el tratamiento de Rodrigo Orias, dijo claramente que ha sido tratado satisfactoriamente y esta en condiciones de ser insertado a la sociedad sin ningún tipo de aprehensiones, que no existe razón de tenerlo privado de libertad.
¿Estamos preparados para aceptarlo entre nosotros?, quisiera pensar que sí.

martes, septiembre 20, 2005

Últimos días

Bueno ya pasaron las fiestas patrias, novedad, tres kilos extras ganados este fin de semana, gracias al cordero, vacuno, chancho y choripanes al por mayor, sumado al trago en sus diversas variedades: Vino puro, vino con coca cola (Jote), pisco sour, etc. La chicha la deje de lado por traicionera, no estaba para bochornos este dieciocho.
La contaminación acústica en estas fechas no es un antecedente menor, sobre todo cuando el vecino, al parecer, la pasa mejor que tú. Pensé, en algún momento debe dormir el cristiano, con paciencia de monje de claustro esperé el momento adecuado y premunido de un arsenal de cuecas, tonadas y cantos tradicionales me dejé caer implacable sobre el play cuando el susodicho pretendía descansar después de la algarabía nocturna, debo reconocer que sentí una sensación especial, llámese venganza, ya sé, mata el alma y la envenena, pero hay que reconocer que a veces es más dulce que la chica de Curacaví. Después de ese altercado de poco monta y de mala clase, y de comer como contratado, me puse en campaña de bajar la ponchera dieciochera y con la ayuda de mi polola bailé cueca hasta quemar la mayor cantidad de calorías que me fuera posible, quiero creer que en algo aplacó el rollo digno de michelín que hasta hoy me acompaña, testigo indigno de la bacanal comilona. Otra tarea infructuosa por estos días, fue nada más y nada menos que encontrar empanadas de queso, en todas partes vendían solo de pino y la verdad tuve que conformarme con comerme las esquinitas de las empanadas que comía mi polola, incluso se comió de una solo el pino y me dejó solo la cáscara, la maña fomentada hasta niveles casi inadmisibles debo reconocer, después de eso opte por buscar en las panaderías dobladitas hechas con masa de empanada, un manjar para este pacman patrio. El tiempo la verdad es que no acompaño mucho, estuvo los tres días nublado parcial, la vaguada costera hizo de las suyas. Incluso hubo largos lapsos en que el viento era casi nulo, los niños hacían esfuerzos en vano por encumbrar sus volantines, sumado a la poco tolerancia al fracaso de estos chicos imberbe, no fueron pocos los volantines que sucumbieron ante sus dueños enfurecidos, triste espectáculo; de trompos y emboques, debo reconocer su triste ocaso.
Ahora se acercan los 10 días más largos del año, donde el fin de mes se espera casi con desesperación, por mi parte solo me gaste un tercio de mi aguinaldo, evité todo derroche innecesario rayando en lo cagado.
Por ahora el rotito se prepara para celebrar mañana su día, lo más probable sea el último que celebré en esta alicaída actividad, la verdad es que me embarga un sentimiento contradictorio, mi parte racional dice ojalá sea el último año, pero mi parte emotiva dice que sean muchos más, el tiempo dirá. Hasta hace algunos años, el 21 de septiembre era digno de ser catalogado como el día más fome del año, en ese entonces el silencio era como desesperante para la mayoría de la gente que disfrutaba de ella. Ahora, la verdad se perdió esa tradición, era bueno que nos extrañaran al menos un día al año, nos hacía sentir importantes por 24 horas. No sé como voy a celebrar este día que es tan alegre por la llegada de la primavera, quizás sea momento de reflexionar sobre el futuro, futuro con el cual hoy por la tarde tengo una cita. Estoy preparado.

viernes, septiembre 16, 2005


Nuevos desafios
(o tras los pasos de Don Gregorio)
Ayer vi las caras que representan mi futuro desafio profesional, para ser más concretos el día martes inicio una nueva etapa. Espero acumular una experiancia más y salir enriquecido de esta instancia. En la tarde de ayer asistí a la ceremonia que daba inicio simbólico a un programa de gobierno en el que voy a participar. Trabajaré con gente del programa Puente y Chile Solidario, claramente el sector más desposeido de nuestra sociedad. Cuando me presentaron ante ellos y tuve que decir unas palabras de bienvenida y de aliento, la verdad que un escalofrío recorrió mi cuerpo, siento un poco de temor, bueno siempre me pasa cuando inicio algo nuevo, como que me cuesta, porque no soy de los que abandona el barco al primer atisbo de mal tiempo, sino que me comprometo y trato de hacer mi parte lo mejor que puedo. Así es que entre cuecas y tonadas estaré preparando para ese día, que será el primero de los 5 meses que se vienen por delante.
El apronte fue bueno, al menos tuve ocasión de intercambiar palabras con algunos de las 25 personas que estarán a mi cargo. Pienso que más que aprender ellos de mí, yo aprenderé de ellos, eso es lo que quiero. Quise compartirlo, porque es un bonito trabajo, el programa es un poco pragmático a mi gusto, pero sin duda será un ayuda a estas personas. Será un granito de arena para aportar a la igualdad y equidad en mi ciudad, lo que venga será bien recibido, lo prometo, felices fiestas a todos. Sigo con ustedes y por ustedes.

miércoles, septiembre 14, 2005



Reflexiones

De nuevo vi La Lengua de las Mariposas el domingo, esta vez junto a mi polola. Quería probarme a mi mismo que podía controlar mis emociones, como ya sabía en que consistía la película, creí que no sería tan dolorosa esta vez. Además ella no la había visto antes y quise acompañarla para orientarla en la contextualización histórica de la cinta. La verdad es que me llevé dos sorpresas, que hasta el momento sigo analizando lo más objetivamente que puedo. Una es que una vez más termine con los mocos a medio centímetro de donde corresponden y unos lagrimones salados se deslizaron nublando la escena final de la película. La otra que me dejó en ese momento plop, fue que en ese momento de mayor carga emotiva, cuando Moncho llevado por las circunstancias corre gritando insultos tras el camión que lleva a don Gregorio detenido, "Rojo, ateo, tilonorrinco , espititrompas.....", mi pecho se apretaba y por mi mente pasaban mil explicaciones para comprender a ese chaval que por cada tranco e insulto proferido iba cayendo en razón que un pedacito de su corazón se iba con ese viejo maestro. Cual fue mi sorpresa, que justo en ese momento de la película mientras las primeras lágrimas se preparaban a recorrer mis mejillas, mi polola soltaba una sonora carcajada, a lo cual nos miramos por un instante y dimos cuenta de la evidente contradicción en nuestras reacciones, en ese momento quede pasmado, debo reconocer me cayó bomba, me pregunté si habíamos visto la misma película, ella al ver mi estado de flagrante conmoción me dijo cariñosamente que no fuera tonto y se retiró a preparar la merienda. En esos instantes rodaron el resto de lágrimas rebeldes que por tonta hombría retenía en mis lagrimales. No volvimos a tocar el tema. Solo los días pasados y el análisis más detenido de los hechos, me han hecho reflexionar al respecto. Las conclusiones son las siguientes: Claramente las cosas o situaciones que me emocionaron una vez, lo van a seguir haciendo por lo menos la segunda, tercera, cuarta vez....que las experimente. Las reacciones tan diferentes que tuvimos con mi polola, me hizo pensar que es una ventaja, ya que en situaciones tan variadas tendríamos diferentes maneras de enfrentarlas, ampliando el rango de acción o discusión, me dí cuenta que todo lo que no soy yo, lo es ella, somos inversamente proporcionales y eso me hizo sentir bien. Más que parecidos somos el complemento el uno del otro, más que buscar similitudes y afinidades que de por cierto las hay y deben haberlas en toda relación, no son necesarias en un ciento por ciento. En resumen me sentí cubierto, protegido y espero que ella sienta lo mismo conmigo. Vivir la diferencia es complicado, aceptarla es una cosa, convivir con ella es todo un desafío que estoy dispuesto a asumir, espero estar a la altura de los conflictos futuros. Sigo adelante. Hay una canción de Nacho Cano, sueño con cantarla ya viejo, casi como epitafio junto a mi pareja:
"Subimos la montaña
de riñas y batallas
Vencimos al orgullo sopesando las palabras
Pasamos por los puentes de celos y de historias
Prohibimos a la mente
Confundirse con memorias
Nadamos por las olas
De la inercia y la rutina
Con ayuda del amor
Vivimos siempre juntos
Y moriremos juntos
Allá donde vayamos
Seguirán nuestros asuntos
No te sueltes la mano
Que el viaje es infinito...."
Mis esfuerzos van en esa dirección.

lunes, septiembre 12, 2005

Reminiscencias dieciocheras

Recuerdo que de niño, por estas fechas, entre volantines y cuecas, tuve una amarga experiencia. Mi padre tuvo la genial idea de llevar carne al por mayor pa’ estar bien aperao’ pal’ dieciocho. El problemita era que esa carnecita venía en su envase natural y sin faenar, entiéndase vivito y coleando, era una ovejita tiernecita. La pobre estuvo amarrada en el patio de mi casa por lo menos dos días antes de asumir dignamente su macabro destino, al cual, cuando me enteré me opuse con llanto inclusive. Esta razón húmeda no tuvo ni el más mínimo efecto en estos dos padres de matadero que se presentaban ante mis ojos. Es más, mi padre pretendía que yo afirmará a esta ovejita mientras el procedía a desangrarla. Fue entre llantos cuando salió el Pedro Messone que hay en mí y tengo que haber dicho algo equivalente a “Como pretenden que yoooo que lo crié de potrillooooo clave en su pecho un cuchillo porque el patrón lo ordenooooó”.
Resultado, fui testigo presencial de cómo esa tierna criatura se desangró hasta la última gota, de como sus ojos desorbitados parecieron extrañar esas tardes de pastar en familia.
Juro que hice como que la afirmé, el trabajo pesado se lo llevó mi papá y mi abuelo.
Quise pensar que no había sufrido, que sus tiritones y forcejeos solo fueron un reflejo típico de los animales sometidos a esta fatal experiencia, así también su nulo control de esfínter. Una vez despojada del líquido vital, se procedió a descuerarla y trozarla, trabajo digno de Quincy o del Dr Lester al cual ya no era necesaria mi presencia, me retiré más triste que calcetín guacho. Nunca nadie supo que yo pase horas junto a esa ovejita, incluso hablándole antes de su sacrificio en expiación de nuestros instintos dieciocheros. Las guitarras sonaron más tristes que nunca por esos días, para distraerme se me ocurrió encumbrar mi volantín, no contando que mi pañuelito quietito en ese cielo de colores que adornaban estas fechas, sería presa fácil de un muchachote inclemente y con su hilo en estado de intemperancia y un pavo descomunal, sumado a mi inocencia de perro nuevo, cayó implacable sobre mi hilo libre de toda intervención etílica, que lentamente vi caer ante mí. Mi volantincito fue papita pal` loro. No alcancé ni a ir en arrea con mi sorpresivo contrincante aéreo. Con pena vi, como mi pañuelito surcaba el cielo de septiembre errante en busca de otro dueño, cuento aparte fue la de los pandilleros oportunistas que hicieron las delicias de mi hilo, después que la hebra de éste toco suelo.
Vaya fiestecitas que pasé, demás esta decir que no probé bocado, me podrían obligar a ser coautor del delito de ovejicidio, pero más encima antropófago y con mi oveja amiga jamás, noooo eso si que no, ya bastante cargo de conciencia pesaba sobre mis enclenques hombros.
Mi memoria después de estos hechos relatados se borra misteriosamente, es muy probable que me haya zampado, engullido, embuchado la carne de ese animalito que horas antes había llorado torrencialmente, es posible que me haya aprovechado de mi abuelo pa` que soltará unas monedas pa` que este Judas mocetón adquiriera en el mercado negro un nuevo volantín con su bolón de hilo curado y me haya echado mis buenas comis’. Y después de irme cortado repetidamente haya optado por seguir mis instintos y con palo en mano disputara la pertenencia de algún volantín en cualquiera de sus modalidades, obviamente sin éxito. En ese tiempo al menos el pescar un volantín era cosa de caballeros. Cuando surcaba las alturas un volantín vagabundo, desinteresadamente se ponía sobre aviso a la muchachada con el grito de guerra: “Cortado cabrito”. Ahora no, el individualismo salvaje ha llegado hasta esta actividad, ya no se escuchan esos avisos de buena fe, sino que se ve a un niño que al percatarse de un volantín cortado se hace medio el gueón para tomar ventaja sobre los demás pajarones que no dan cuenta de tamaña oportunidad de gloria, gloria porque al que lo agarra, por un instante es envidiado, admirado como ganador por parte de la turba de bárbaros que persigue cada volantín errante. Que tiempos aquellos, ahora mirar pal’ cielo me provoca dolor de cuello y me encandilo con el sol.¿Todo tiempo pasado fue mejor?, no lo sé, ahora no tengo cargo de conciencia de comer carne de ovejita, la tranquilidad de mis años me da la posibilidad de analizar de manera divertida algunos vivencias de niño y lo que es mejor contar estas historias con valor agregado a pequeños que me miran con grandes ojos como si yo hubiera sido alguno de los legendarios volantineros de mi infancia, a quienes desde aquí, doy un homenaje para estos grandes del aire, que con sus pájaros de papel, forman parte de los recuerdos de tantos pequeños hoy hombres: El Viejo de Carrete, El Pelao Lee, Waldo, Filario, Rody. Ellos firmaban sus volantines y echaban comis de antología, tener un pedazo de su hilo curado con técnicas que eran secreto de estado era un honor reservado para pocos.
El dieciocho es un tornado de emociones, de cuecas, tonadas, cumbias y rancheras a todo volumen, de ramadas con olor a eucaliptos, de asados al por mayor, de parada militar, de volantines, de tacos descomunales para la costa, de atochamientos en supermercados y carnicerías, de beber con chipe libre, es el relajo de Chile.
Así lo viví, lo vivo y lo viviré, con sus penas y alegrías.

viernes, septiembre 09, 2005


Malos recuerdos o
Besos que se lleva el viento


Aquí yacen mis restos
Con flores de olvido
Sin duelo ni llantos
De ese amor prohibido

Mi piel se reseca
Y mis labios curtidos
Visitan recuerdos
Hoy espacios vacíos

En que momento fueron
Vanas mis caricias
En que momento
Decidiste tu traición

Ahora vivo en tierra húmeda
Refregando este corazón
Que se niega a estrujar
Aquellos Resuellos de pasión

La vida me fatiga
Me olvido a su ritmo
Algo me impide romper
Las cadenas que me anclan a ti

Tu recuerdo es potente
Como el viento norte,
Tus manos me marcaron
Con luz de arco iris

Pero juro ante el inmenso mar
Que cubre mis ojos con manto gris,
Arrancaré tu mirada
Tu palabra precisa,
Tu pisada metálica,
Tu cuerpo ligero,
Ese de deseos ardientes y
placer pasajero


Ahora ciego de dolor
Decidme donde estoy,
Desorbitado y aturdido,
Miradme y decidme quien soy

Después de llantos marítimos
Y parto infinito,
Aquí estoy
Urgente de ser,
Deseoso de hacer
Porque fui y volví
A limpiarme de ti,
A abortar solo los malos recuerdos,
te lo juro mi amor,
solo los malos recuerdos

miércoles, septiembre 07, 2005

Nuevo elector

(o Another brick in the wall)

No podría decir que fue una experiencia religiosa como cantaba un desafinado por ahí, más bien fue una experiencia burocrática. Si no es porque todo se basaba en una decisión ya sellada, no abierta a cambios ni a cuestionamientos de última hora(razones que sigo buscando en mi yo interno), la verdad es que probablemente habría sucumbido fácilmente ante el pánico escénico. Para distender el trámite le dije a la señora que era mi primera vez y que me tratara con cariño, al menos le causó gracia. En esa repartición pública, lo único digno eran las tres personas encargadas de atender los cambios de domicilio y a un despistado que iba a debutar en estas lides. La mañana de ayer después de muchas vueltas al asunto y motivado no precisamente por las campañas gubernamentales que buscan engrosar las listas de electores, fui y me inscribí para votar el resto de mi vida, a riesgo de multa por no cumplir con el compromiso cívico adquirido voluntariamente. “A lo hecho pecho” dice el dicho, he tratado de hilar una razón coherente del porque me inscribí para votar, lo habría hecho en las elecciones pasadas, al menos estaban más entretenidas que las que se nos vienen en diciembre, solo que se me pasó la fecha de inscripción. Hasta el momento no tengo candidato, lo más probable es que vote nulo, eso sí jamás en blanco, lo encuentro ridículo, al menos para anularlo debo darme el trabajo marcar más de una preferencia, eso constituye en sí otra manera de protestar ante el sistema, esta vez desde adentro, desde afuera ya proteste lo suficiente no participando de las elecciones pasadas al no inscribirme anteriormente a los servicios electorales. Ahora me miro el dedo pulgar derecho aun con tinta y me siento extraño, las veces anteriores que me lo habían entintado era para las dos únicas veces que había sacado carné de identidad. No es nada para sentirse orgulloso, esto de ser un nuevo elector de la república, ni nada por el estilo, así como una golondrina no hace verano, un pelafustán como yo es bien poco lo que puede lograr ante el portentoso sistema. Digamos que es por ejercer un derecho por haber nacido en este terruño; enrostrar el papelillo del servicio electoral con número de inscripción inclusive, a los pasteles que en medio de una discusión te preguntan si estas inscrito para botar, porque de lo contrario, dicen ellos, mi crítica al sistema pierde contundencia y validez. No sé, me declaro lego conmigo mismo, creo que me falta conocerme más. Aunque creo que uno debe decidir su futuro, uno elige, ejercer un derecho básico de esta seudo democracia aceptando el compromiso que este conlleva. Lo único que tengo claro hasta el momento, es por quien NO voy a votar, eso ya es un avance y me da un buen motivo para sentirme bien y proyectar ese momento venidero, cuando ignore nombres en la papeleta en la precaria urna y con faber Nº 2 en mano, tenga el poder, limitado, pero poder al fin y al cabo. En estas horas he reflexionado sobre la posibilidad de ser elegido vocal de mesa y la verdad es que hasta me agrada planteármelo, por lo que he decidido, que, desde esta humilde tribuna, presento oficialmente mi candidatura a vocal de mesa: " Prometo desde ya a todos los votantes, que no tendrán que devolver el lápiz, además les será entregada una goma en caso de arrepentimiento después de hecha la raya. Ya no será necesario que les manchen el dedo guatón con tinta, eliminaré las colas de la mesa a mi cargo, costearé el pasaje a través de un bono especial para dichos efectos, los garabatos e insultos que contengan los votos emitidos serán leídos a viva voz no sufriendo ningún tipo de censura". Si voy a ser uno más del montón, que sea con estilo, si voy a ser otro ladrillo en el muro, voy a ser el más chacotero y bullicioso, ese ladrillo que se corre y te deja ver al otro lado del muro. Hay cosas que si no las tiro pa` la chacota me deprimen y esta podría ser una de ellas.


lunes, septiembre 05, 2005


Paso

Leyendo una entrevista aparecida en Reportajes de La Tercera el día de ayer, me encontré con una entrevista a Claudio, hasta hace poco Teitelboim, ahora Bunster.
Por curiosidad seguí la conversación sostenida de este físico y la periodista Claudia Álamo. En ella se destapa una historia que me impactó, por lo crudo que resulta después de 58 años armar una verdad en medio de tanta mentira cómplice, de la cual varios de sus actores principales fallecieron dejando diálogos y respuestas pendientes.
Entre líneas se deja ver el dolor de hombre maduro que afecta al hasta hace poco hijo natural del conocido dirigente comunista Volodia Teitelboim. Los detalles dan cuenta de una verdad dolorosa que vino a llenar espacios vacíos y a dar sentido a conductas y actitudes que hasta ahora era difícil encontrar una respuesta lógica. Claudio Bunster dice sentirse feliz de corregir una injusticia histórica. Esta verdad de la que habla, se desglosa en varias aristas que solo la claridad de sus años, acompañado de una racionalidad que solo en parte deja aflorar cierta emocionalidad en sus palabras.
Lo concreto y doloroso habla de una infidelidad que afectó a un dirigente del dogmático partido comunista, los protagonistas Raquel Weitzman y Álvaro Bunster, un ex diplomático y abogado penalista, esta traición deslindo en una verdadera operación de encubrimiento y castigo ejemplar. Un manto rojo cubrió los hechos que solo estos días logró ser quitado. Lo cierto es que de esta relación adultera nació Claudio, el cual permaneció junto a su madre, no se permitió que su padre natural lo reconociera como tal. Su madre se sometió a los dictados del líder comunista que optó por reconocer al hijo de ésta como suyo. El asunto contó con la complicidad del organismo del que Volodia era dirigente, el Partido Comunista que ejerció un importante papel, al encubrir y apoyar las acciones emprendidas por Teitelboim y acallar la voz de su adultera y militante esposa así como la de Bunster y despojarlos del vástago de su impúdica relación, ocultando la verdad en un secreto a voces que rodeó el entorno más cercano del premio nacional de ciencias exactas 1995. El punto no es juzgar a nadie en particular, el mismo Claudio Bunster lo dice “Estas cosas tiene aristas. No son blanco y negro”, sino dar cuenta de cómo la lógica puede llegar a ser perversa. La verdad en el fondo es como un polvorín que ante la menor chispa se desata incontrolable e implacable ante nuestros ojos, ¿estamos preparados para asumirla con los costos que ella implica?, me dio terror planteármelo, al parecer Claudio Bunster si, yo paso.

viernes, septiembre 02, 2005



Amores Perros

Ayer cuando caminaba tranquilamente al trabajo, me tocó revivir un hecho que marcó mi niñez. Venían caminando en dirección contraria a mi, un grupo de señoras platicando por la vereda, acababan de retirar a sus niños de una escuela cercana, después de cruzarme con estas damas, ante mi se presentó la siguiente imagen:
Un grupo niños y niñas no más de 6 años revoloteaban, de pronto de una casa apareció un perro negro imponente, que impertérrito cerró el paso a una niña y un niño, ella lo esquivó sin inmutarse, pero el otro pequeño distraído, se encontró de frente con el can, eran prácticamente de la misma altura, el niño se asustó y dio un gritó, el perro se espantó y ladró, apure el paso, el chico empezó a correr y detrás de él el perro, fríamente dejé pasar el niño por mi lado, que a esta altura ya gritaba, y le cerré el paso al perro tratando de espantarlo, en ese momento volví a ser ese pequeño que caminaba por una calle oscura a hora indebida, cuando un perro se abalanzó indolente y mordió mi pierna, aun después de caer al suelo, seguía hincándome el diente, debo ser medio sabrosón. En ese momento sentí pavor y un frío recorrió mi cuerpo, estaba completamente solo, en ese momento me di cuenta que enfrente estaba la casa de mi tía, grité con todas mis fuerzas. Este no fue cualquier grito de desesperación, fue un gritó con nombre, el de mi primo, ¡Juaaaaaaaannnnn!. De todos los primos que vivían ahí, solo se me vino a la cabeza el de él. Con desesperanza miré hacía la puerta, la cual para mi suerte se abrió bruscamente y tras ella apareció la figura alargada de mi primo. Todavía admiro esa premura y claridad ante los hechos que se sucedían. Llamó a mi tía mientras salía presuroso en mi rescate. Apartó al perro de mi lado y me tomó en sus brazos emprendiendo la carrera hasta mi casa, secundado por mi tía. Recuerdo mucha sangre y lo más impactante, ver mi gordurita saliendo de mi pierna y mi pantalón azul rey manchado y destrozado. Mi madre me llevó apresuradamente al hospital donde 15 puntos sin anestesia me esperaban, siempre pensé que me corchetearon la pierna, sobre todo por la cara del tipo que estaba a cargo de tan tortuosa tarea, que repetía no duele, no duele y reía, yo por mi parte recuerdo haber emitido gritos de manera directamente proporcional a la cantidad de puntos, ni más ni menos . Después vinieron los trámites judiciales, las vacunas antirrábicas en mi barriga y la cicatriz que todavía me acompaña en mi pierna izquierda como prueba de este negro episodio en mi vida y que ayer en la tarde revivió mis peores temores en ese pequeño indefenso que corría aterrorizado, creo que sobre actué, no dejé al perro en paz hasta que depuso su loca carrera tras de éste. Por un momento, creo, yo fui ese chiquillo asustado que buscaba raudo los brazos de su madre. ¿Instinto, valor? Creo que reacciones pendientes y congeladas en el tiempo. Mi primo a los años falleció trágicamente en un barco pesquero, dejando una esposa que no toleró el golpe y un mes después partió en su busca. La historia de sus hijos es igual de triste. En cuanto a mi tía hace dos años sucumbió en los brazos de mi madre después de una larga lucha con el cáncer. No creo que ese niño sepa todo lo que provocó en mí este incidente, pero sé muy bien que significó la actitud de estas dos personas que ya no están conmigo.